viernes, 26 de abril de 2013

Yo, me, mi, conmigo

Queridas princesas y principesos:
Os tengo muy abandonadillos últimamente, pero de verdad, no doy a basto con mi vida.
Vuelvo a estar en un momento en el que no sé lo que hago, lo que soy, ni lo que quiero hacer... NADA.
Sé que, finalmente, voy a estudiar física, pero... No tengo claro nada más.

No sé si alguno de vosotros la conoce, pero personalmente, soy muy fan de la actriz Ana Milán, que además tiene un libro y escribe un blog.
Bueno, el caso es que si he aprendido algo de ella, es que cuando te encuentras en estas situaciones, tienes que mimarte y quererte. Que no puedes pretender que otro te quiera si no sabes quererte tú mismo, y que tampoco aprenderás a querer hasta que no te quieras tú.
También he aprendido que tienes que cuidarte, cocinarte, conocerte, dedicarte tiempo... Que tienes que dedicarte todos los mimos que merece un corazón roto. Y aunque supongo que no tengo derecho a decir esto, el mio lo está. Mucho.
No puedo señalar como culpable a nadie en concreto, porque la verdad es que la única culpable soy yo, que me he ocultado tras una fachada de chica dura que no me ha permitido estar con los demás como me hubiera gustado. No puedo culpar a nadie de mis relaciones fallidas, ni de mis amistades rotas, ni de mis allegados olvidados; al final la vida coloca a cada uno en un sitio, no siempre el deseado, y al que habitualmente has llegado caminando tú solito.
Así que ahora, que no me asusta la soledad, tengo que aprender a convivir conmigo y a respetarme. Tengo que centrarme en mis estudios, y hacer todas esas cosas que por falta de tiempo o por pereza no he hecho antes. Tengo que redescubrirme y dedicarme tiempo.
Y a todos aquellos que lean esto, y que sientan que atraviesen una crisis de identidad, les recomiendo que hagan un "Yo, me mi, conmigo": dedícate tiempo, respétate, cuídate, mímate, tratate como si fueses un invitado especial, hazte cosas que solo harías para la persona que más quieres, reinventate... Y una vez hecho todo eso, todo irá mejor.

miércoles, 10 de abril de 2013

Queridas princesas y principesos:
¿Alguna vez os habeis preguntado cuantas personas mueren en el mundo durante una hora? Según la oficina del censo de EEUU, y tomando los censos de todo el mundo, mueren 6322 personas cada hora. Lo que supone 105 personas cada minuto. Increible ¿no?
Pues todavía hay más. Según el mismo estudio, nacen 15181 bebes cada hora, es decir, 253 por minuto.
Haciendo el cómputo, obtenemos que diariamente, hay 212625 personas nuevas sobre la faz de la tierra al día. Un dato en principio completamente inútil, pero que tiene su aquél.
Observando la media de la mayoría de los países desarrollados, vemos que la edad media supera los 57. Mientras que si tenemos en cuenta la de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo no llega ni a 30.
Bien, ¿alguien me quiere explicar por qué en algunos países la gente no se preocupa de tener hijos y en otros es la principal preocupación porque se sabe que no van a durar vivos demasiado tiempo?
Teniendo en cuenta que la mayoría de los niños que hacen que la edad media de la población en los países subdesarrollados, están desnutridos o padecen enfermedades que en cualquier país de europeo se curaría con una simple inyección...
A mi me da qué pensar.

miércoles, 3 de abril de 2013

Origénes

Queridas princesas y principesos:
A veces está bien volver a nuestros orígenes; sobre todo cuando nos encontramos perdidos.
Recordar de dónde venimos, aunque no tengamos muy claro a donde vamos, siempre parece dilucidar algo la cuestión. Mirar atrás y ver el camino andado, nos muestra la dirección que han tomado nuestros pasos. Quizás haya que hacer un pequeño giro para volver a encaminarnos, o puede que veamos que hemos ido por el buen camino, y nos sintamos alentados a seguir adelante.
Os va a parecer una tontería, pero ayer decidí volver a mis orígenes literalmente. Me puse la ropa que utilizaba hace tres o cuatro años, me perdí en una biblioteca, y cuando vi que se me iba a echar la noche encima, fui corriendo hasta un punto alto para ver la puesta de Sol. Por alguna razón, me sentí reconfortada, y de una forma que no llego a saber explicar, me sentí querida y arropada... A pesar de que estaba sola.
Con esto solo quiero deciros que no renegueis del pasado. Que está ahí, y que aunque te vuelvas a mirarlo, no tiene nada nuevo que contarte, ya no puede hacerte daño... Pero mirarlo y ver el rumbo que has ido llevando, te puede ayudar a trazar el camino hacia delante.