No sé si alguna vez os he hablado del libro Las ventajas de ser un marginado, pero como soy monotemática, voy a suponer que sí.
Ayer exploté; exploté de verdad. Exploté hasta tal punto que me dio un ataque de ansiedad en medio de una clase de química, y mi profesora tuvo que sacarme fuera porque no podía parar de llorar. No es la primera escenita de estas que monto, pero si os soy sincera, me avergüenzo de mí misma cada vez que me pasa. Quizás algunos penseis que lo hago solo para llamar la atención, pero la verdad es que no me gusta nada.
Y aquí es cuando entra en juego dicho libro. Un día, Charlie va al cementerio, y le promete a su tía Rachel que solo va a llorar por las cosas importantes.
Voy a intentar se como Charlie; voy a intentar llorar solo por las cosas verdaderamente IMPORTANTES, porque cuando lo hago por las cosas que no lo son, le quito valor a las cosas que de verdad cuentan. Suspender un examen no es importante; ni lo es discutir con un amigo, o que el chico que te gusta no te haga caso... Importante es que se te muera un ser querido, que un primo no sea capaz de dejar las drogas, o que tengas un accidente de coche y te quedes paralítico de por vida.
Eso es importante.
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